I
¿Y por qué el jazz? -preguntas- ¿Y por qué Charlie Parker?
El saxo corre, juega, llora, brilla salta, escava, llama e
[intimida
mientras pienso
en que tu mirada es blanca como la barba de un brujo,
¿Y por qué lo de otros?
¿Y por qué...?
Con su ritmo
la música acrecienta el vitalismo
de mirarte a los ojos; de insinuarte
que nada de lo que tenemos tiene nombre.
que lo bello
transporta el alma, a veces, a los barrios más lúgubres
de los que uno regresa al liberarse.
Charlie Parker, igual que un cigarrillo,
está tocando un solo o consumiéndose
mientras la ciudad duerme.
Todo gira.
Todo tiene su emoción y su espacio.
Voy a contarte que hay jazz en la vida.
Que he leído un poema épico
de un hombre que luchó contra la enfermedad;
de una mujer
que lucho contra el tiempo.
Ya regresé y conozco la miseria física.
La humillación -ese tobogán- me hizo arrodillarme
pero existe el jazz loco, sí, la melodía
desencadenada que asombra y alumbra.
El hospital -como el
be bop- era una suma de murmullos
y mi cama -ese paréntesis, esa forma esencial de conciencia-
me obligó a fijarme demasiado en los techos.
Aprendí entonces a aprender. A escuchar música
como quien pega un oído sobre su propio corazón
para reconocer las emociones más humanas:
el íntimo aleteo del saxo alto, del misterio...
¡Hace ya tanto tiempo de todo!
Voy a contarte
que hay otra realidad u otra poesía;
que conozco la música cifrada, clandestina:
escucha sin prejuicios.
Amor, no intentes entender la adversidad lee su mensaje;
no trates de entender el jazz sino entenderte:
ese sonido ilógico describe la tragedia
de la existencia incomprensiblemente
y nos regala
la lucidez de las postrimetrías,
ese bello placebo.
Ya, ¿ y porqué el jazz? ¿por qué la elocuencia ininteligible?
¿por qué la rebeldía liberadora?
Aunque tampoco creas entender los poemas
puede entrar en ellos extendiendo los brazos, mi sonámbula,
y sabrás dirigirte.
Llegarás.
Voy a decirte silbando o maldiciendo
que he caminado por el otro mundo;
que conozco la planta de neurocirugía
con la radio de fondo
y vi belleza allí, y niños moribundos,
y pianistas sin manos, trompetistas sin aire,
vi genios locos... ¡Lo previo al apagón de mi realismo!
Confinado en el resumen de una cama de hospital
todos los sonidos significaban algo
y así descubrí el jazz, la generosa autodestrucción, la
[experimentación, cierta poseía
hermosa y temeraria como una vista aérea
desde la cima
del mundo.
Sí, vi a la muerte encapuchada diciendo <<ven>> con una mano
pero le di la espalda
y he vuelto a ti.